TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife
“Han ido a por la gente mayor que tiene unos ahorros de toda la vida a plazo fijo. Personas conservadoras que ni de lejos se acercan al perfil necesario para entender lo que estaban comprando. Se estima que, en principio, son cientos los canarios afectados, y ya trabajamos en casos dramáticos como el de una persona que ha perdido ya la mitad de sus ahorros con este tipo de productos”. Quien habla así es el letrado tinerfeño Carlos Gómez, del despacho Sirvent&Granados y especializado en la batalla jurídica para revertir los efectos de los llamados swap, clip y demás. Sobre la mesa, la nueva oleada de productos tóxicos que determinadas entidades financieras han colocado en las Islas a sus clientes de toda la vida.
A perpetuidad
Estos nuevos productos son conocidos como participaciones o acciones preferentes y, muy resumidamente, se trata de un producto financiero complejo que aúna características de la renta fija y de las acciones.
“Su principal característica, y la que ha generado la mayor controversia -detalla Gómez-, es su carácter perpetuo. O, dicho de otro modo, que no tienen fecha de vencimiento. Por tanto, si se quiere recuperar el dinero se ha de ponerlo a la venta y esperar a que alguien lo compre”. Pero esa recompra es más fácil de decir que de hacer ya que el precio lo marca “el mercado secundario, con lo cual puede ser muy inferior al capital inicial aportado”, apunta el letrado. El funcionamiento de las preferentes parecía sencillo, o al menos se vendía como tal a los incautos compradores. Así, se compran las preferentes por un valor determinado, se cobra la rentabilidad pactada año tras año y, si se quiere recuperar el dinero, sólo tienen que ponerlas a la venta recuperando el 100% del importe invertido.
Sin embargo, eso sólo fue así en época de bonanza. En tiempos de crisis, las preferentes se convertían en una trampa por varios motivos:
Por un lado, si la entidad emisora no tiene beneficios ese año, no se cobra el cupón. Por otro, estos productos cotizan en un mercado secundario en el que, para recuperar la inversión, hay que ponerlos en venta. Si la cotización está baja se puede perder una parte del capital o la totalidad.
Los problemas llegan cuando se dan muchas órdenes de venta y casi ninguna de compra. Entonces, resulta prácticamente imposible recuperar el capital.
Pues bien, esto último es lo que ha sucedido a finales del año pasado, lo que ha hecho imposible que miles de ahorradores puedan recuperar su dinero. Y, claro, los ciudadanos se ven abocados a buscar soluciones.
Malas prácticas
La directiva europea sobre mercados de instrumentos financieros obliga a los bancos a someter a un examen a sus clientes antes de venderles productos financieros complejos. Si desconocen qué están contratando, la entidad no debe firmar el trato. “Esto es en teoría, pero en la práctica los bancos han venido incumpliendo sistemáticamente esta obligación de información”, apostilla el abogado.
Nulidad y reintegro
“El objetivo es claro: lograr que se declare la nulidad de los contratos y que se proceda al reintegro de las cantidades desembolsadas por ambas partes. Y los contratos son nulos porque la gente no sabía qué estaba firmando”. Para el abogado Carlos Gómez, “ya pasó con la oleada anterior: es tiempo de que actúe la Justicia”.