domingo, 11 de enero de 2009

Tigres y leones



Luisa del Rosario
Lo que raramente falla es el símbolo patrio que inventó el estado-nación. Con él y el apoyo de la ideología correspondiente, los detentadores del poder cohesionan a la sociedad, entendiendo por cohesión que la mayoría de la población no cuestione el reparto del poder ni la distribución de la riqueza. La mitología lo mismo enlaza al héroe nórdico con el nacionalsocialismo hitleriano que una piedra llamada Nublo con un ancestro común de los grancanarios. La idea se le reveló a Néstor una tarde de excursión por la Cumbre. Anoche, la orquesta pública Filarmónica de Gran Canaria grababa Sombra del Nublo en versión moderna. La música, convertida en himno de la Isla, servirá para que José Miguel Pérez tenga una apropiada banda sonora cuando celebre el aniversario del Cabildo. Además, reforzará su aureola de Gran Hombre de la sociedad isleña.
Los tigres tienen rayas, y los leones, melena, pero ambos son felinos. Soria tuvo su mega-bandera y Pérez tendrá su himno orquestal, pero ambos utilizan los recursos públicos en celebraciones mítico-simbólicas con las que buscan aumentar su reputación entre la tribu. En ningún caso, hay que reconocerlo, la legislación prohíbe esta utilización. Al contrario, por ley se obliga incluso a divulgar, conservar y enriquecer la simbología nacional, lo que no es ninguna incoherencia. Ningún decreto, en cambio, obliga a una Comunidad a que no tenga 600.000 pobres, o a una isla como Gran Canaria a que no tenga 100.000 personas sin trabajo. Y eso tampoco es incoherencia, sino, simplemente, injusticia.