MARISOL AYALA
Da lástima, parte el alma. Están en el umbral de la pobreza, como miles y miles de canarios. Qué fácil es para los políticos pronunciar un discursito solidario y preocupante porque los canarios lideran el precio de la cesta de la compra cuando sabes que cada mes, zas, zas, te ingresan un sueldo que puedes bien acumular con el anterior. No te lo gastas. Buenas nóminas tienen los políticos canarios por eso impiden a toda costa que esos datos se difundan porque, claro, pobre lo que se dice pobres de solemnidad no son. A eso, ojo, hay que añadir las prebendas varias con las que les obsequia la vida política porque sabido es que aparte de estos sueldos míseros están los inherentes al cargo, las siempre tan suculentas comidas de trabajo y otros privilegios del cargo. Pero pasa que Internet tiene mucho de bueno -siempre que quien lo use tenga algunas entendederas- y también riesgos que debemos asumir, especialmente los que se empeñan en tapar el sol con un dedo.Es una ventana enorme para quienes aman el oscurantismo. Ha cambiado tanto nuestras vidas que los conflictos y los enfrentamientos de colectivos profesionales con algunas consejerías, por cierto en Canarias hay varias, han hallado en la red nuevas armas para el combate. Ésta es una; la difusión del listado de sueldos de los padres de la patria. Circula también por ahí copias de nóminas de las que se extrajeron los sueldazos difundidos. Dando por hecho que no todos los lectores conocen este listado vía Internet ahí van algunas cifras para que debate. Rivero, presidente del Gobierno, cobra 86.452 euros; Milagros Luis Consejera de Educación, 81.072 euros; Soria, vicepresidente del Gobierno 78.820 euros; Inés Rojas, consejera de Bienestar Social, 73.497 euros y; Roldós, consejera de Sanidad, 71.052 euros. No está mal. Frente estos datos es lógico preguntarse a qué se refería Brito cuando dijo que los profesores canarios son los mejores pagados del país; en su caso tenía razón. Si tapar el sol con un dedo ha sido complicado, últimamente lo es más porque Internet, descarado que es, lo difunde así que aquellos que cuando los periodistas nos atrevíamos a publicar lo que ganaba uno y al día siguiente llamaba amenazante, están envainándosela. Ahora nadie llama a nadie. La red no tiene dueño.