FRANCISCO POMARES
Recibo un correo de un entrañable colega resistente, un viejo topo de los de antes, con el poema "Mi primero de Mayo", de Maiakovski. Lo leo de arriba abajo, en un acto íntimo de recuerdo benevolente a lo que fuimos hace tan sólo treinta años, con la sensación de revivir un tiempo perdido e irrepetible, con esa percepción de extraña irrealidad que produce el recuerdo del propio pasado: "A todos, / los que marchan por las calles / y detienen las máquinas y talleres. / A todos, / deseosos de llegar a nuestra fiesta, / con las espaldas cargadas de trabajo."Además del de mi amigo el viejo topo resistente, recibo otra media docena de correos sobre el Primero de Mayo? Una convocatoria del Sindicato Obrero Canario, llamando a sus afiliados a concentrarse mañana frente a la sede de Presidencia del Gobierno en Tenerife. Otra de la CNT, ésta para concentrarse frente a la Delegación del Gobierno de la calle Méndez Núñez, y marchar en otra dirección. Y otro correo más, de una federación de UGT, pidiendo a sus afiliados que se concentren en el Obelisco en Las Palmas para ir hasta San Telmo, como todos los años, y en la plaza de los Patos en Santa Cruz, para marchar por las calles hasta la plaza del Príncipe bajo el lema que han pactado UGT y CC OO para este año: "Es el momento de la igualdad, el salario digno y la inversión productiva". No es un mal lema para estos tiempos de crisis? En otro correo -éste de CC OO- me entero de que la marcha de Las Palmas concluirá con un fiestorro con paella y picoteo en la plaza del Pilar y que los chichas se irán a El Sauzal (muy propio) a una comida de confraternidad. Es la fiesta -versión actualizada- a la que se refiere Maiakovski, pero sus versos nos hablan de todos "con la voz entrelazada de canciones". Y este Primero de Mayo en Canarias y en España, como ocurre desde hace ya demasiados años, es un Primero de Mayo en el que no están todos y no están juntos. Apenas acudirán a las tres manifestaciones convocadas en cada capital unos pocos grupos de sindicalistas activos, más los empleados del propio sindicato. Pocos y divididos -como siempre- y completamente olvidados por el discurso oficial, incluyendo el discurso partidario. No recibo un correo del PSObreroE. De hecho, no hay mención a la fiesta del Trabajo en su espléndida página web, en la que Zapatero nos dice que la inflación va a empezar a bajar, sin habernos avisado que iba a subir. No hay ninguna mención en la web socialista, porque la fiesta primaveral dejó de ser conmemoración política antes incluso de que en las escuelas dejará de explicarse la fecha. Ahora ya no es el Día del trabajo, sino el de unos sindicatos cada día más subvencionados, más preteridos y más enfrascados en sus pleitos internos y con los otros sindicatos, y enfrascados en la defensa de los privilegios del único grupo laboral -el sector público- en el que todavía mantienen capacidad de presión. ¿Se escribirá algún día un poema sobre trienios y quinquenios, los días de asuntos propios y la jornada continua?