J. Darriba Las Palmas de Gran Canaria
Jerónima podía haberse caído en cualquier lugar, pero lo hizo en su barrio. Ocurrió en Tenoya, quizás uno de los lugares más olvidados de la ciudad. Y lo hizo por unas escaleras que en vez de escalones tiene bancales y sobre unas tuneras, que nadie retiró nunca. Estuvo 45 minutos en el suelo y sola.
El que se haya picado alguna vez con una tunera sabe lo que duele. Pues bien, Jerónima Galindo se cayó de lleno sobre una selva de pinchos. «Tenía todo el cuerpo lleno de púas criadas, púas grandes y negras como tizones», recuerda esta vecina, quien refiere lo que le ocurrió con el brazo en cabestrillo. Aparte de los pinchazos, Jerónima se rompió el codo.
«Ahí estuve tirada tres cuartos de hora», prosigue la vecina con sus explicaciones. Fue a las 07.10 horas, de camino a misa por la bajada de la calle La_Perla o, como la conocen en el barrio, la bajada del cine. A esas horas, en esa parte del barrio no pasa casi nadie. «Estoy así y gracias a Dios, porque me podría haber matado», reconoce la vecina.
La bajada no merece el nombre de escalera. Es más bien un conjunto de escalones mal amañados que discurren entre casas y tuneras, bajo la amenaza de desplome de algunos muros.
El presidente de la asociación de vecinos La Encarnación de Tenoya, Juan Lorenzo Santana, asegura que esta situación se ha debido al abandono y la falta de interés institucional. «Pásate 30 centímetros de altura en la azotea y vienen y te levantan todo pero aquí la gente se cae y nadie hace nada», se queja, «¿y eso es participar? Si al final hacen lo que les da la gana». Vallas
Los vecinos de la zona piden que se instalen vallas para que los mayores no se caigan y puedan bajar con tranquilidad por las escaleras. Y que se poden las tuneras más a menudo porque amenazan con pinchar a los despistados que suban por este lugar. Pero sobre todo, que cuando poden, se lleven las tuneras ya que Jerónima se cayó sobre las pencas que llevaban más de tres meses acumuladas al borde de la escalera.
Son cerca de doscientos escalones los que separan este lugar de la carretera general. Y lo peor no son los escalones sino todo lo que hay a su alrededor. «El estado de la pared también se ha denunciado», explicó el representante vecinal.
«Cualquier día se cae la pared y sólo están esperando que coja a alguien», añade Carolina Déniz, hija de Jerónima.
«Si llevan más de veinte años para hacer un parque», comenta incrédulo el presidente de la asociación de vecinos, «y todo el dinero de la Unión Europea se va al Guiniguada, al Teatro Pérez Galdós y a La Gran Marina». Juan Lorenzo plantea al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria si la prioridad debe ser «la cultura o las necesidades básicas».