Canarias Semanal
T. LOZANO LUBANY
He leído con mucha atención el artículo enviado a la redacción de Canarias-semanal por el periodista Juan García Luján. Según me aclaran mis colegas de la revista, García Luján lo envía acogiéndose "al derecho de réplica", lo cual no deja de sorprenderme. Y es que en la nota que envié para su publicación en Canarias-semanal, titulada "El PSOE "depura" sus medios de comunicación en Canarias", en ningún momento hacía la más leve alusión a este periodista ni, por supuesto, al resto de trabajadores de Canariasahora. Hasta el momento, éstos han merecido todos mis respetos. Y no hago esta afirmación con el propósito protocolario de congraciarme con nadie, sino que considero que el hecho de verse obligado a vender la fuerza de trabajo a cambio de un salario para poder sobrevivir, sin duda, merece este respeto.
Hasta hoy había creído que entre estos asalariados de la información se encontraba Juan García Luján. Sin embargo, la acendrada defensa que en esta ocasión hace de su patrón "Caco" Henríquez no puede menos que suscitar algunas dudas acerca de su auténtica ubicación en esa empresa mediática. Todavía, no obstante, albergo la esperanza de que García Luján sea sólo una víctima coyuntural de ese frecuente espejismo, tantas veces suscitado por la patronal, que hace creer a los trabajadores que sus intereses son coincidentes con los de la empresa. En su réplica a no se sabe qué, García Lujan dice haberse enterado a través de Canarias-semanal de que desempeña su trabajo periodístico en una empresa que es "una suerte de órgano oficial del PSOE". Eso resulta - con franqueza - difícilmente verosímil. García Luján no es un plumilla recién llegado a los medios de comunicación de las Islas. Tiene tras de sí una estimable andadura profesional que, en el pasado, le ha permitido analizar en diversas ocasiones el papel y los entresijos de estos medios de comunicación. Es perfectamente consciente de quién es quién en el mundo periodístico, y de qué es lo que se esconde detrás de cada fachada. Él, mejor que ningún otro, sabe que la comunicación a través de la imagen, el sonido o la palabra escrita no es inocente. Tiene dueños, objetivos y adscripciones ideológicas. Y Canariasahora no es una excepción. El tratamiento que esta publicación digital proporciona a los asuntos que incluye en sus páginas, los titulares con los que encabeza las noticias, el contenido de sus secciones o su posicionamiento frente a los diferentes avatares de la vida política y económica de Canarias no ofrecen lugar a dudas acerca de cuál es su adscripción partidaria. Su filiación está tan clara como la del periódico El Día en relación con ATI, o la de la TV autonómica en relación con los intereses mediáticos de Coalición Canaria.
El proyecto empresarial Canariasahora no es, ni mucho menos, una altruista aventura financiera que intenta "regenerar" el mundo de la información en el Archipiélago. Su promotor y propietario es un magnate de la hostelería grancanaria que no ha dudado un solo instante en poner al servicio de sus intereses esa máquina de construir opinión que es un medio de comunicación. Es un hecho, por otra parte, que no tiene nada de novedoso ni de extraño. Lo hacen con igual desenvoltura Javier Moll, el propietario de La Provincia, o Juan Francisco García, el dueño de Canarias 7. Basta consultar las hemerotecas correspondientes a los últimos años para descubrir como ambos, en diferentes circunstancias, no han tenido el menor escrúpulo en utilizar sus respectivos medios de prensa como instrumentos de ataque y defensa en sus frecuentes batallas político-mediáticas. Entre ellos y José Francisco Henríquez, esencialmente, no hay ninguna diferencia. Henríquez hace uso del poder que pueda generar su medio de comunicación para pesar en el área económica donde se desarrollan sus negocios y, de paso, para defender la opción partidaria a la que pertenece. Y los otros dos defienden - cuando se tercia - sus intereses económicos y prestan su apoyo o no a los grupos que detentan el poder político en la Administración autonómica, dependiendo de las cambiantes circunstancias de cada momento. A nadie debiera, pues, resultarle sorprendente que las cosas sucedan de esta manera. Vivimos en una sociedad severamente sujeta a las leyes del mercado. Todo se compra y todo se vende. Y hay quienes se dejan vender, y quienes son comprados.
Puntualizadas estas verdades de Perogrullo, en las que un día Juan García Luján manifestó públicamente creer, parece ahora justo precisar que ser un asalariado de un medio de comunicación no implica, necesariamente, estar vinculado a los intereses políticos o económicos que éste defiende. Nunca hemos hecho semejante afirmación. Por ello cuando García Luján afirma en su extraña réplica que "El artículo firmado por don T. Lozano Lubary … “está ilustrado con una foto de José Francisco Henríquez que maneja con su mano una marioneta que escribe en el periódico Canarias Ahora.es…" y que esto "es un insulto contra las personas que escribimos en el Canarias Ahora, incluso contra el propio Rafael Morales", no sólo comete un monumental error de apreciación y precipitación sino que, además, con evidente mala fe , intenta desacreditar la defensa que hago del comentarista despedido. Y es que, en efecto, cualquiera que observe la caricatura que envié a Canarias-semanal para que la adjuntaran a mi nota informativa apreciará inmediatamente que, aunque en la misma el titiritero "Caco" Henríquez intenta manipular al periodista como si de una marioneta se tratara, éste desplaza su mano debajo de la chaqueta y es capaz de escribir con independencia.
Por otro lado, cualquier lector habitual de la prensa puede constatar que tanto las empresas mediáticas afines a la socialdemocracia neoliberal - El País - como aquellas de tendencia más conservadora - ABC - incluyen las firmas de colaboradores que se ubican en posiciones ideológicamente distantes de su línea editorial, y que les permiten exhibir en sus páginas una presunta pluralidad de opiniones. El periódico El Mundo, por ejemplo, publicó durante bastante tiempo artículos del sociólogo de la Universidad del Estado de Nueva York James Petras, mundialmente conocido por sus ideas de izquierdas. Sin embargo, a nadie se le ocurriría establecer un nexo ideológico entre el pensamiento de este marxista norteamericano y las posiciones ultraconservadoras de Pedro J. Ramírez. Ni tampoco sostener que la colaboración de Petras convertía a El Mundo en un periódico "independiente" o "plural". En nuestro ámbito local las cosas no son diferentes. En las páginas de los rotativos canarios La Provincia o El Día es posible encontrar con cierta frecuencia artículos de colaboradores, o incluso de periodistas adscritos a sus plantillas, que se distancian notablemente de la línea editorial de estos diarios. ¿Significa eso que los propietarios pierden un ápice del control ideológico de sus empresas? García Lujan sabe muy bien que en el juego interno de los grupos mediáticos existe un laissez faire, que es utilizado para proporcionarles una fachada de "pluralidad". Pero ello no cambia sustancialmente las cosas. A la hora de la verdad, cuando llega el momento de "cortar el bacalao" de los asuntos cruciales de la empresa, sean éstos de orden político o económico, la voz de firmes alinea disciplinadamente al personal. Y a quien trata de hacer valer sus discrepancias se le pone en la calle sin contemplaciones.
Por ello, Juan García Luján ofende la inteligencia de sus lectores cuando, para intentar demostrar la variedad multicolor de la que cree disfrutar en Canariasahora, se formula a sí mismo esperpénticas interrogantes de este calado:
"¿Quizá también obedecen a una campaña del PSOE los artículos que los candidatos de Izquierda Unida han publicado en Canarias Ahora en plena campaña electoral?".
"¿Obedecen también a las directrices del PSOE las entrevistas que he realizado en mi programa a candidatos de UP, PCPC, IUC?".
O cuando, para poner de manifiesto la generosa "liberalidad" que despliega el patrón que un día fuera imputado por su presunta participación en la trama eólica, afirma:
"Pues puedo decir que los temas y los invitados los han conocido José Francisco Henríquez y Carlos Sosa cuando los han leído en el periódico o los han escuchado por la radio. A Carlos le he avisado sobre algunos invitados para que lo anunciara en el periódico. Esa es la realidad".
O cuando, rayando lo estrafalario, realiza afirmaciones no requeridas como la que sigue:
"…La hemeroteca está ahí para comprobar lo que digo, para leer mis artículos y comprobar si escribo al servicio del PSOE o si me han prohibido criticar a Zapatero, a López Aguilar, a Jerónimo Saavedra, si he tenido que silenciar mi visión sobre el Sáhara, o sobre la ley de Extranjería del PP-PSOE, sobre el proceso bolivariano de Venezuela o sobre la monarquía española o la unidad de España…".
¿Creerá realmente García Luján que esas restringidas participaciones de las organizaciones de izquierda aludidas, o la inserción de algunos artículos de opinión, cambian sustancialmente la transparente línea pro PSOE que exhibe el grupo empresarial para el que trabaja?
Afirma Juan García Luján que "considera a Rafa Morales un amigo…", pero que no opina acerca del "tema de la relación laboral entre Canariasahora y Rafael Morales porque se trata de un tema interno que no me compete a mí". Quien esto escribe, en cambio, no conoce personalmente a Morales. He sido solamente un asiduo lector de sus artículos, tanto cuando escribía en la prensa "de papel" como cuando lo empezó a hacer en la digital. Sin embargo, no puedo suscribir la neutralidad tras la que intenta parapetarse el director de "El Correíllo". Estimo que el despido de Morales y la forma en la que éste se ha producido sí me competen. Por ello, cuando fuentes de toda confianza, allegadas al comentarista, me comunicaron que este despido se produjo sin que mediara explicación alguna, decidí ponerlo en conocimiento de los lectores de Canarias-semanal. Se trataba de una cuestión de solidaridad y, también, de dignidad informativa.
¿Por qué suscita este gesto tanta ira en García Luján? ¿Cuál es la razón para que este periodista se invente un supuesto agravio contra todos los trabajadores de Canariasahora para, al final, quedarse defendiendo en solitario a su patrón y al delegado de éste en la empresa? ¿Qué le impide a un periodista que exhibe como timbre de orgullo su compromiso progresista con los conflictos políticos que se desarrollan en lugares distantes del planeta mantener su coherencia haciendo lo propio con aquellos que se producen en su lugar de trabajo? Sólo él y su conciencia nos podrían despejar esta interrogante.