LA INVASIÓN
Por Juan Manuel Pardellas
El candidato a la Presidencia del Gobierno de Canarias por Coalición Canaria está de enhorabuena. Este fin de semana ha sido su gran día, una jornada que llevaba años esperando y cuyas frases tenía tan ensayadas que hasta desprendía nerviosismo por no poder utilizarlas. Hasta se le caía la baba saboreando el placer de decirlas, como le ocurría a los perros de Paulov cuando sonaba la campana, aunque no tuvieran delante aún un hueso que morder.
Este fin de semana ha sido su gran jornada. La llegada de unas pateras a Gran Canaria y unos cayucos a Tenerife ha bastado para que dé rienda suelta al monstruo que se oculta tras esa sonrisa, tras tanta canariedad vestida con elegancia ¿canaria o italiana? El candidato nacionalista dijo que la llegada el viernes de 240 inmigrantes constituía una invasión. Ni siquiera he querido escuchar lo que dijo ayer, después de que la suma de losjóvenes y niños llegados superara los 800. Canarias recibe 12 millones de turistas al año, que suponen 1 millón al mes, es decir 33.333 extranjeros al día y casi 70.000 en un fin de semana. Si 240 inmigrantes son una invasión, ¿qué son entonces 30.000 turistas, Sr. Candidato? Porque, a lo mejor habría que recordarle al candidato que, como hacen los turistas que vienen y se van, estas personas también llegan, pasan por los centros de retención y se van, bien a su país, bien a la Península. Vale que los medios son escasos, indignantemente escasos para un fenómeno que comenzó hace 13 años y donde sigue muriendo mucha gente. Pero la demanda de medios no justifica su salvajismo verbal.
Me da asco, vergüenza ajena, me ofende como canario, pero mucho más como persona. Alguien que aspira a ser presidente sabe perfectamente qué quiere decir cuando utiliza la palabra invasión junto a la de inmigrante y también maneja el mensaje que nuestro subconsciente recibe cada vez que lanza esas soflamas que sólo buscan instaurar la política del miedo. Canarias no merece esto. Una de dos: o el elegante pero inhumano candidato rectifica ya o habrá que concluir que quien sobra en las islas es él.
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