Sáhara Occidental vive momentos de tensión prebélica, como no se han visto desde 1991, con la toma de posiciones territoriales de las fuerzas militares saharauis, marroquíes y mauritanas.
La llegada al poder de Brahim Gali en la presidencia la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), ha acabado con la calma chicha que diseñó Naciones Unidas para “no despertar al gigante dormido que es el Magreb en pleno torbellino de la guerra contra el terrorismo extremo”, según fuentes conocedores del dossier de descolonización del Sáhara Occidental.
Los episodios se están sucediendo desde hace una semana con las escaramuzas llevadas a cabo en una zona vasta y desierta denominada El Guerguerat.
El Guerguerat no produce petróleo ni gas, pero es zona de paso frecuente para el comercio y las relaciones institucionales entre la población refugiada de Tinduf (Argelia, 170.000 personas) y Mauritania.
Se considera una región liberada por las tropas saharauis más allá del muro de arena construido por Marruecos a lo largo de cientos de kilómetros de desierto.
Por recomendación de Naciones Unidas, Marruecos no debe traspasar ese muro para permitir el tránsito de convoyes y caravanas de suministros entre Tinduf y las ciudades norteñas de Mauritania.
Pero desde primavera, cuando Rabat observa que la Administración de Estados Unidos cambia la tendencia en favor de los grupos de presión saharauis en la ONU, la estrategia marroquí cambia.
Aunque el foro último de decisión es el consejo de seguridad de Naciones Unidas, (en el que Marruecos siempre cuenta con España y Francia), el régimen de Mohamed VI acerca posiciones a Rusia y China con la firma de acuerdos económicos y compra de armas y submarinos.
Marruecos sube el tono y expulsa a decenas de funcionarios de la Minurso residentes en El Aaiún y Dajla.
Las protestas de la RASD apenas se hacen oir hasta que fallece Mohamed Abdelaziz y las tribus y etnias del Sáhara apuestan por el carismático Gali, cofundador del Polisario y firme partidario de la vuelta a las armas.
La última fase de la escalada prebélica se produce el 28 de agosto. Marruecos traspasa su muro y emplaza excavadoras y tractores 4 kilómetros tierra adentro de El Guerguerat para establecer un puesto de control y vigilancia.
El Ejército de Liberación Saharaui entiende que es una provocación y, con varias unidades de soldados, paraliza las obras de los marroquíes.
Marruecos reacciona y desmantela un pequeño campamento de saharauis transeúntes próximos a El Guerguerat. Durante varios días, dos saharauis se dan por desaparecidos.
Mauritania, temerosa de un enfrentamiento a las puertas de su frontera, resitúa un destacamento militar próximo a lo que se considera ya el kilómetro cero de una “guerra inevitable“, según fuentes polisarias, “por la intransigencia marroquí a reconocer nuestros derechos de soberanía“.
Naciones Unidas también envía a varios cascos azules y su secretario general, Ban Ki Mon (al que Marruecos prohibió aterrizar en El Aaiún), emite un llamamiento a la calma.
La RASD pide un referéndum desde 1975, pero Marruecos se niega. Desde 1991 existe un alto el fuego regulado por Naciones Unidas que cuesta 500 millones de euros al año para los miembros de la misión especial (conocida como Minurso), que no pasan de 300.
La información en la excolonia española está censurada y apenas trascienden a los medios, ni siquiera en Internet.
En las últimas semanas, Meridian ha podido constatar el nerviosismo entre algunos saharauis residentes en Canarias que se han pasado a Marruecos. Todos ruegan el anonimato. “Hay tensión y se están produciendo movimientos de tropas hacia el Sur del Sáhara, en concreto, hacia Dajla (antigua Villacisneros).
En el otro lado de la orilla, en Canarias, la escalada de acontecimientos apenas forma parte de los noticiarios, más volcados en el debate moral que genera la designación de José Manuel Soria como director ejecutivo del Banco Mundial.+info
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