La mayor parte de las personas que se dedican al trabajo del hogar, en su mayoría mujeres, se encuentran ancladas en la economía sumergida. De este modo, desprotegidas por la Ley, realizan jornadas de hasta 130 horas semanales ya que por lo general se quedan internas en los domicilios y reciben unos salarios precarios por su trabajo.
Para la técnica del área de Empleo de Cáritas en Canarias, Pino Cardero, la falta de contratación de estas trabajadoras se debe, en parte, al desconocimiento de que existe una ley que permite regularizar su situación, pero también a que muchas de las familias que precisan de su ayuda no pueden permitirse económicamente contratarlas. Explica que la mayoría de quienes solicitan a una empleada del hogar lo hace en régimen interno para que, a su vez, cuiden principalmente de ancianos, además de hacer la limpieza de la casa.
Cardero apunta que esta es una muestra de que las leyes de conciliación y dependencia no están funcionando correctamente. Muchas familias humildes tienen que contar con los servicios de estas empleadas para poder ir a trabajar y con la falta de ayudas no pueden afrontar los pagos y hacer un contrato. A su vez, las personas que forman parte de este colectivo aceptan los trabajos "por necesidad", aunque preferirían tener su situación en regla.
Perfil de las trabajadoras del hogar
El perfil de trabajadoras de esta área contabilizadas por Cáritas es especialemente de mujeres (aunque hay algún hombre, especialmente tras la crisis) en su mayoría son nacionales, ya que en 2015 fue más alto este porcentaje, aunque el número de extranjeras también es alto, destaca Cardero.