
En el período enero-marzo había en las Islas, según los
datos de la EPA, 771.500 ocupados, un número notablemente superior al de
afiliados a la Seguridad Social, que al último 31 de marzo eran
688.194. Es este desacuerdo entre las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) y las del Ministerio de Empleo, es decir, entre las cifras de la EPA y las del departamento de la Seguridad Social, el que sitúa a más de 83.000 canarios, exactamente a 83.306, en la inseguridad de la economía sumergida.
Guarismos que suponen solo una aproximación a un fenómeno sociolaboral
tan difícil de medir como el del trabajo en negro, pero que cobran
incluso más significación si se los compara con los del inicio de la crisis.
A casi 86.000 (85.900) más que ahora.
En cifras interanuales, el volumen de ocupados en el Archipiélago nunca
ha vuelto a llegar, ni de lejos, siquiera a los 800.000. En esos
primeros tres meses de 2008, y en concreto el último día de marzo, el
Ministerio de Empleo, que todavía dirigía el socialista Jesús Caldera, contabilizaba 787.511 afiliados a la Seguridad Social, de modo que ese «limbo» de trabajadores en la economía sumergida lo constituían «solo» 69.889 personas, 13.417 menos que hoy.
En otras palabras: siete años de estrecheces después, la economía de la
comunidad dispone de 85.900 ocupados menos y, en paralelo, de casi
13.500 empleos en negro más.