Los últimos marinos sin armador
Alguno lleva en La Luz más de una década, subsistiendo alojado en los barcos abandonados del recinto y alimentado gracias a la ayuda de Stella Maris y los eventuales trabajos que encuentran dentro del recinto. Pero cada vez quedan menos: apenas una decena de tripulantes de buques olvidados por sus armadores, que ni pueden ni quieren volver a sus países de origen. Son subsaharianos en el limbo administrativo, que luchan por asegurarse un sustento cada jornada y que se las apañan para mantener el contacto con sus familias, hoy bajo la amenaza del hambre, el ébola y la inestabilidad política.