Samuel Valderrey
Todos los días hay motivos para hacer huelga. Históricamente ha sido un instrumento de lucha de los trabajadores, de los pobres para exigir condiciones justas. Un mecanismo de presión de los que siendo la fuente de la riqueza son explotados. Si miramos nuestro mundo con honestidad vemos el drama que sufren nuestros hermanos (hambre, paro, esclavitud infantil, miseria, ignorancia, enfermedades curables, falta de agua...) que merecen una huelga diaria, porque técnicamente todos estos problemas se pueden solucionar y si no se hace es por falta de voluntad política.
Se acaba de aprobar una nueva reforma laboral, y ya son 53 reformas del Estatuto de los Trabajadores, ninguna ha servido para acabar con el paro y dignificar las condiciones del trabajo. Esta tampoco lo va a hacer, como declaran los que la firman. Todas las reformas que se han sucedido en los últimos años por Gobiernos del PSOE y PP ahondan en la dinámica de degradar cada vez más el trabajo dejando primacía casi absoluta al capital. Esta reforma continúa la línea de las anteriores de legalizar la explotación: mayor competencia a las ETT, contratos de formación hasta los 30 años, contratos temporales sin límite, más facilidad al despido, ERE a empresas con beneficios y sin ningún control, todo puede ser revisado (horarios, salarios, puestos de trabajo...), primarán los convenios colectivos de empresa sobre el del sector potenciando la desigualdad.

Haré huelga por conciencia y solidaridad con los que sufren el paro y la explotación, por responsabilidad con mis alumnos, a los que les espera unas condiciones laborales peores que las de sus padres, y por amor a mis hijos. Si no lucho para dejarles un mundo más justo y solidario, no les estoy queriendo. Seguiré en lucha contra el paro y la explotación que va más allá de esta huelga y me asociaré a otros que quieran hacer de la lucha solidaria un ideal en su vida, porque la esperanza es la virtud del que lucha.